miércoles, 14 de julio de 2010

Va un día

Va pasando un día de mierda en la ciudad de Bahía Blanca. Hoy me desperté de muy buen humor, de igual manera tal estado anímico duró unos 10 minutos. Con una cara de culo irreversible volví a dormir inmediatamente. Poco después de dos horas comencé nuevamente el día como dándome una revancha a mi misma.
Una buena ducha de agua que parecía entre caliente y tibia (producto de los fríos polares que nos afectan) fue la primera medida tomada al respecto de mi cara.
Como segundo intento de mejorar esa situación tan desagradable: cocinar. Confieso que no es algo que me fascine, pero sirve (con gusto o no) para despejar la mente, hoy claramente perturbada.
Mientras en el horno se gestaba el almuerzo me dispuse a tomar un café y practicar algunas cosas en la pc, debido a que hoy por la tarde debía rendir un parcial de informática.
Las nubes despejaron mi cabeza y todo pareció marchar nuevamente sobre las ruedas de la felicidad.
Así pues me encaminé hacia el instituto para dar mi prueba.
Lo que a continuación sucede, es creo a esta hora, lo que rebalsó el vaso y aquí me encuentro escribiendo.
Llegué, me encontré con una compañera a la que le pedí algo pero no lo recordó. Claramente esto no es problema. Me dispuse a prepararme con mi pc en condiciones antes de que la profesora comience con la clase; saco las cosas de la mochila, enchufo la pc y pum!, todo el aula se queda a oscuras. Aquí es donde comienzan a aparecer nuevamente las nubes, esta vez, con granizo.
Luego de unos minutos un caballero muy seriamente soluciona el inconveniente advirtiéndome que no repita la acción de querer proveer mi notebook de electricidad. La explicación: las instalaciones no están bien.
Portando nuevamente cara de demasiados pocos amigos, guardo las cosas en la mochila, como repitiendo la escena pero al revés, y me prometo siempre hacer oídos sordos cuando próximamente la profesora sugiera que llevemos nuestras pcs para hacer más cómodamente el examen y no ocupar todas las maquinas del pobre gabinete de nuestro instituto, así los que no tienen también pueden trabajar.
Enciendo una de las 'comodore', luego de unos instantes inicia sesión y luego de otros instantes finalmente pude acceder al único programa que necesitaba para hacer mi examen. Terminada dicha tarea me dispuse a retornar a mi casa, de más esta decir y creo que se entiende por que, el camino de vuelta lo hice bajo la hermosa y helada lluvia de julio.
Ahora con una hermosa expresión primaveral en mi rostro, bebo un café y escribo, esto es claramente un modo de desahogarme.



2 comentarios:

Lucho dijo...

Y bueno...

Nos pasa a todos alguna vez, tener un día del orto. Espero que los trastornos ocacionados no dejen secuelas.
Abrazoo!

Natys! dijo...

La verdad que este año no se ha caracterizado por dichos días, pero creer que no me va a tocar es imposible!
Me encantan las historias de tu hermanita, saludos!