domingo, 28 de abril de 2013

Regalón

Conozco un hombre al que muchas mujeres odiarían, a veces yo lo hago, a veces lo experimento como el más cruel de su especie, esa que me ha dicho desde que nací, como debo hablar, como debo comer, como debo caminar, como debo vestir, como debo actuar, como debo besar, como debo amar y hasta que cosas es posible soñar, en este, su mundo, un mundo manejado por muchos como él y muchas anuladas de mente que lo permiten y hasta lo justifican.
Él sin embargo, con su comportamiento de macho líder de una manada unipersonal que ha sabido resguardar durante toda su existencia, soberano de un reino monotemático en donde solo tienen cabida los que comparten opinión o se someten sin discusión más de una vez. En algunas horas de descontento y nulidad mental para algunas cosas inteligentes, sabe tratarme como a una igual.
En los momentos primaverales donde las flores del amor nos envuelven y la luna nos acompaña mientras nos proferimos palabras dulces, caricias suaves y besos intensos, soy para él, una pequeña princesa dulce e hiper sensible a la que él, desprovisto del buen tacto ha maltratado y herido más de una vez sin querer hacerlo, sin notar que lo hacía y convencido de que jamás volverá a repetirlo o por lo menos no lo hará, por esa noche. Por supuesto, sin olvidar que yo, la dulce y pequeña hiper sensible mujer que tanto quiere, ha sabido hacerle tanto daño como ninguna otra, ha sabido hacerle tanto mal como ninguna otra y a pesar de todos los pecados que he cometido, su roto y desolado corazón resucito del infierno que le brindé para volver a elegirme, por que yo, a pesar de ser yo, tengo una llave que ninguna otra tiene, por que tantas veces  oí ese, a pesar de todo, tenés la llave. Me pregunto si él recuerda que las llaves tienen una doble función ante una cerradura, me lo pregunto.
Lejos está de pertenecer a la categoría de ogro malo y despiadado, tal vez esa sea la razón por la cual utilizo la palabra 'está' y no la palabra 'estaba'. Pero de ninguna manera pertenece a lo que muchas mujeres creemos la evolución masculina de este nuevo y maravilloso siglo, ese homo que comprende que la comunicación es elemental, el debate es enriquecedor, ampliar y mostrar el lado femenino de lo masculino es inteligente y coincide en que la historia ha maltratado lo suficiente a su genero 'opuesto' como para seguir agregando páginas de mente limitada a la historia. En fin.
Tras haber cometido el error de ponerme de mal humor y regalarle una frase bastante poco feliz, él no quiso ser tacaño y me escribió un libro de como ser mujer, en donde entre otras cosas me explica cuales terminologías son poco agraciadas para mis labios de pétalos, reinventa el significado de palabras que conoce de teoría pero no de práctica, y lo que es más interesante de todo, me define, con una sola palabra, a la totalidad de mi persona. El concepto es sintético, soy una desubicada.
Tras esta definición de mi persona, el enojo y la ofensa me ganaron el cuerpo, cuyas defensas trataban de cerrar todas las ventanas para que el virus de la desubicación no me gane más espacio. Ahora que ya se el nombre de mi enfermedad, podré encontrar la cura.
Fue así como concilié el sueño en la madrugada, sabiéndome desubicada.
Pero ese concepto maligno del que fui consciente gracias a la luz que la magnánima retórica de él, con la llegada del sol y la sabiduría que solo puede transmitirnos la compañía de una buena almohada, ese concepto ofensivo decía, a girado a contra mano en la avenida nocturna y de un salto decidió caer en el carril opuesto para volver hacía mí y chocarme de frente. Este tumor maligno de la desubicación ha dejado de serlo. Que alivio, estoy curada.
Él hombre al que muchas odiarían, me dice lo que piensa sin ningún tipo de freno ni reparo, sin pensar en mi como fémina  sin ablandar el golpe por mi condición de mujer y sin ningún tipo de resentimiento ni necesidad de pedir disculpas luego, nada.
Él me trata como a un igual, y a pesar de hacerlo en el peor de los casos y de una manera muy poco agraciada, yo se que hasta de las cosas malas se puede aprender cosas buenas, por eso lo resalto, su cruel sinceridad se manifiesta para mostrarme que somos iguales, aunque él lo sepa aplicar solo en esos momentos. Para el resto de las cosas, que se podrían resumir en momentos de felicidad donde no doy muestras de resistencia u oposición y mucho menos de confusión ante la vida, ni manifiesto opinión, soy una pequeña dulce, no olvidar.
La definición es correcta, soy sin duda alguna una desubicada. Digo lo que pienso, aprendí y no hace mucho que cuando la balanza se ha inclinado para el lado de la injusticia, tengo la obligación de emparejarla y no de sentir lástima de mí desgracia. Me gusta debatir y me gusta cuestionar la imposiciones que me han hecho a lo largo de la vida, me gusta sacarle la careta a las cosas, por que creo en la sinceridad más que en nada y también en el amor, la humildad y el respeto. Y a pesar de mis no pocas imperfecciones se mirar y se escuchar, por eso es que a ese paquete que me regalaron como un insulto, le saco el papel y lo recibo como un elogio.

martes, 16 de abril de 2013

Viene


La sal en la lengua
viene de arriba desde los ojos
cayendo pesada por las mejillas
y entrando en la boca desparramada.

El agua en los ojos
viene del pecho de lo más hondo
como un río salvaje
desbordado.

Los ojos abiertos
en madrugada
vienen de lejos de algún pasado
repicando aún
despertando.

El frío en las manos
está cansado
de acariciar pieles sin encontrarlo.

A ese que, sea el indicado
ni perfecto, ni encantado
solo real, solo humano.

El gusto en la boca
resulta amargo
viene de abajo
del desencanto.