jueves, 27 de mayo de 2010

Te Amo


Como una estrella fugaz iluminas mi vida al pasar
los senderos se abrieron hoy por que estas aquí
con la fresca llovizna de tus besos siento ser feliz
y en las yemas de mis dedos se ha grabado tu latir.

Al trote agitado de los días trajiste tu calma
las estrellas están brillando hoy en tos ojos
en mi pecho se agiganta la pasión de verte amor
ni una nube impedirá ver el reflejo de tu sol.

En el otoño las hojas van cayendo lentas
el viento sopla fuerte a cada paso en la calle
y el milagro se sucede al abrir la puerta de casa
cuando todo es calidez por que tu me esperas.

Te agradezco cada abrazo que me diste
cuando el frío parecía no querer irse
grito gracias a los cielos por este regalo
y me emociono de amor con solo pensarte.

Nunca te alejes mi ángel de la guarda
te cuidaré como a una frágil flor
y entre tus brazos dormiré cada noche
viviendo el sueño que solo brinda el amor.



Sol para dos

En la noche caminaba sin saber por donde continuar. Cada paso la incertidumbre de la soledad que había olvidado. Cada palabra un vacío que no se llenaba.
Al abrir una puerta desconocida te vi. Nunca me miraste con ojos de esperanza. Nunca me dijiste más de tres palabras.
De entre los sonidos abrumadores de la madrugada oí. Rescaté una voz que me indicaba necedades. Y a pesar de la bufonada que nos rodeaba, supimos vernos entre luces.
Casualidades del tiempo incierto chocarme contra tu cuerpo. Que nervioso no me respondió ni una caricia. Hasta el alba desprendimos nuestros miedos.
Espumosas tardes nos siguieron. Risas de luna llena caminando en la avenida. Sentí ayer la sensación de no soltarme nunca.
Y el reloj me llevó lejos del norte. Y en la noche volví a andar como tratando de resolver problemas. Mañanas inciertas de extrañar inexistentes.
Detrás de mis oídos siempre se oyó el eco de tu lenguaje. Sabores amargos, sabores dulces, sabores innecesarios. Destierro y guerra en campo minado de vos.
Y amanecía entre colores extraños. Llanuras de idas llanuras de vueltas sin montañas al paso. Cada quien por su camino olvidando vernos entre luces.
Caí una vez más como repitiendo libreto. Me arrastré hacía mi puerta y dormí sin parar desconsolada. Una frescura otoñal golpeaba la ventana.
Entre las luces, la música y las risas, apareciste fantasma. Parado frente a mi con miedos y con dudas. Tu mano no quiso liberarme esa vez.
Caminando entre piedras, cruzando puentes. La magia se hizo esencia entre los lazos suaves.
No quise dejar de ver y levante un telón urgente. Corrí inmóvil por encontrar la butaca de la primera fila. Y se disolvió el temor en la primera línea.
Cuando finalmente abrí los ojos ya estabas acá. Insegura de mi misma volví a abrirlos sin cesar y siempre fuiste la primera imagen. El alba tiene ojos negros y piel de abrigo.
Cuando al final el camino es el mismo. El principio se puede ver más claramente. Las montañas altas aparecen en el horizonte para enseñarte a cruzarme.
Me aferro fuerte a lo que no he visto. Abrazo enorme con manos abiertas el calor que emanas. Traigo paraguas para las lluvias venideras y sol para más tarde.
Sonrisas por dos. Almohada para una en esta helada noche. Mañana sincronizo mi reloj para esperarte.
Soles color café vendrán a iluminar mis días. Senda incierta la que caminaremos juntos amor. Sueño con flores por que mientras vos estás cuidando mi piel.
Te vas a quedar cerca por que lejos no te encuentras. Me voy a quedar quieta por que corriendo me asusto. Nos quedaremos juntos andando a paso de suave brisa.

sábado, 1 de mayo de 2010

Estúpido/s

Esquina de 19 de Mayo y Mitre, yo me preparaba para cruzar esta última. Dos señoras setentonas charlaban y se reían de bueyes perdidos, supongo. Me asombraron sus aspectos de señoras modernas a las que se les pasan los años pero no el gusto por la ropa, las botas y la peluquería. El semáforo en verde para los autos me detuvo en aquella esquina. Las tarde estaba cálida todavía, pero con tendencia a refrescar. Mis oídos hundidos en la radio que escupían mis auriculares me impedían oír a la gente que se detenía a charlar detrás mío. Los autos delante de mí pasaban a gran velocidad, lo cual me hizo preguntarme si eso está permitido ya que supuse que la máxima debería ser de entre 20 y 40 Km/h., pero como no manejo no tengo jamás la certeza con respecto a estos temas.
La cursada fue agotadora por lo que tenía ganas urgentes de llegar a casa y tomar unos ricos mates lejos del tumulto de las angostas veredas bahienses. Que ya no se si es que son estrechas o que camina tanta gente por el centro que una ilusión óptica hace que parezcan así.
El cansancio de a poco me iba ganando, pero a la vez la alegría de que al fin el viernes había llegado y al siguiente día el despertador no iba a sonar tan temprano como en la semana.
Al fin color verde para mí, doy el primer paso y observo que los autos aun vienen bastante rápido, por lo que me detengo nuevamente y verifico si la luz del semáforo que los detiene se puso roja. Una vez quitada la duda, camino.
Frena un auto cerca mío y pienso que a veces los que conducen pisan las sendas de los peatones cuando paran y que no estamos acostumbrados a respetar las normas como es debido. Entre una reflexión y otra puteo por lo bajo al del autito naranja que no reduce la velocidad cuando se aproxima a la esquina, y al detenerse de golpe me sobresalta. Inmediatamente después, miro una moto que viene a mitad de cuadra directo hacia donde vamos cruzando. El conductor de la moto en una extraña maniobra de zig zag esquiva un automóvil que marchaba lento y le toca bocina rápidamente.
En ese momento fue cuando me di cuenta de lo que iba a pasar.
El pibe de la moto pasa el auto pero continua mirando al conductor, como acusándolo de lentitud exagerada. En el mismo segundo en que gira su cabeza para continuar con su ágil andar, repara en que la luz roja domina la escena y el no es el único actor.
Al siguiente segundo, y esto lo recuerdo como si lo hubiera visto en cámara lenta; el casco blanco gira hacia adelante y la cabeza que lo contiene se inclina rápidamente hacia atrás como sospechando el golpe. Choca de frente contra el auto naranja que esperaba el cambio de luz. El mismo que yo putié 10 segundos antes. El plano se congela y es en ese momento en que me sentí dentro de la cabeza del motoquero audaz: oí su pensamiento como si me lo hubiera dicho al oído. 'Que estúpido'. Pensó en pibe. Mientras se estrolaba contra un auto.
La puerta del conductor se abrió, bajó el dueño del auto y le habló por lo bajo, el pibe sacude la cabeza como negando y el gesto del automovilista lo dice todo. 'Que pibe estúpido'. Pensó el hombre del auto y rápido se subió a su vehículo.
El semáforo otra vez verde para los autos, y yo miraba la escena desde la otra vereda con las manos en los bolsillos, la radio en pausa y los ojos grandes.
Un cruce de calle fue lo que normalmente llamamos abrir y cerrar de ojos, o parpadeo, para definir cuando las cosas se suceden tan velozmente que no somos capaces de decodificar bien lo acontecido.
El auto auspició de freno para una moto cuyo camino final era yo, pero eso lo puedo ver ahora, hoy no tuve la capacidad de apreciar el escenario general, sino que sólo reparé en mis pálpitos y en la cabeza del chico de la moto. Unos segundos después también hice hincapié en los puños del automovilista.
Cuando ambos, moto y auto, desaparecieron de la escena, continué mi caminata hacia casa.
La verdad es que no se en que pensé, creo que en tantas cosas que se me saturó el disco y tuve que resetearme, por que no recuerdo nada. Toda esa introducción sólo la escribí para que se aprecié que mi vida de hecho no comienza cuando pasa la desgracia.
Ahora que pasaron varias horas y ya me voy a ir a dormir sana y salva dentro de mi rincón en el mundo, sólo una cosa puedo pensar. Que motociclista más estúpido. Si, estúpido, inconsciente, irresponsable y descuidado. Por gente como esta, es que apago los noticieros a diario. Por gente como esta las vidas cambian de rumbo, cambian para mal y cambian injustamente. cuando por lo menos tienen la posibilidad de continuar y cambiar, por que a veces también se apagan, y no son pocas esas veces. Por personas que no ven más allá de la nariz y piensan que la calle es una pista. Y que encima de todo y como si fuera poco continúan conduciendo, siguen actuando irresponsablemente y siguen siendo unos estúpidos.