Esquina de 19 de Mayo y Mitre, yo me preparaba para cruzar esta última. Dos señoras setentonas charlaban y se reían de bueyes perdidos, supongo. Me asombraron sus aspectos de señoras modernas a las que se les pasan los años pero no el gusto por la ropa, las botas y la peluquería. El semáforo en verde para los autos me detuvo en aquella esquina. Las tarde estaba cálida todavía, pero con tendencia a refrescar. Mis oídos hundidos en la radio que escupían mis auriculares me impedían oír a la gente que se detenía a charlar detrás mío. Los autos delante de mí pasaban a gran velocidad, lo cual me hizo preguntarme si eso está permitido ya que supuse que la máxima debería ser de entre 20 y 40 Km/h., pero como no manejo no tengo jamás la certeza con respecto a estos temas.
La cursada fue agotadora por lo que tenía ganas urgentes de llegar a casa y tomar unos ricos mates lejos del tumulto de las angostas veredas bahienses. Que ya no se si es que son estrechas o que camina tanta gente por el centro que una ilusión óptica hace que parezcan así.
El cansancio de a poco me iba ganando, pero a la vez la alegría de que al fin el viernes había llegado y al siguiente día el despertador no iba a sonar tan temprano como en la semana.
Al fin color verde para mí, doy el primer paso y observo que los autos aun vienen bastante rápido, por lo que me detengo nuevamente y verifico si la luz del semáforo que los detiene se puso roja. Una vez quitada la duda, camino.
Frena un auto cerca mío y pienso que a veces los que conducen pisan las sendas de los peatones cuando paran y que no estamos acostumbrados a respetar las normas como es debido. Entre una reflexión y otra puteo por lo bajo al del autito naranja que no reduce la velocidad cuando se aproxima a la esquina, y al detenerse de golpe me sobresalta. Inmediatamente después, miro una moto que viene a mitad de cuadra directo hacia donde vamos cruzando. El conductor de la moto en una extraña maniobra de zig zag esquiva un automóvil que marchaba lento y le toca bocina rápidamente.
En ese momento fue cuando me di cuenta de lo que iba a pasar.
El pibe de la moto pasa el auto pero continua mirando al conductor, como acusándolo de lentitud exagerada. En el mismo segundo en que gira su cabeza para continuar con su ágil andar, repara en que la luz roja domina la escena y el no es el único actor.
Al siguiente segundo, y esto lo recuerdo como si lo hubiera visto en cámara lenta; el casco blanco gira hacia adelante y la cabeza que lo contiene se inclina rápidamente hacia atrás como sospechando el golpe. Choca de frente contra el auto naranja que esperaba el cambio de luz. El mismo que yo putié 10 segundos antes. El plano se congela y es en ese momento en que me sentí dentro de la cabeza del motoquero audaz: oí su pensamiento como si me lo hubiera dicho al oído. 'Que estúpido'. Pensó en pibe. Mientras se estrolaba contra un auto.
La puerta del conductor se abrió, bajó el dueño del auto y le habló por lo bajo, el pibe sacude la cabeza como negando y el gesto del automovilista lo dice todo. 'Que pibe estúpido'. Pensó el hombre del auto y rápido se subió a su vehículo.
El semáforo otra vez verde para los autos, y yo miraba la escena desde la otra vereda con las manos en los bolsillos, la radio en pausa y los ojos grandes.
Un cruce de calle fue lo que normalmente llamamos abrir y cerrar de ojos, o parpadeo, para definir cuando las cosas se suceden tan velozmente que no somos capaces de decodificar bien lo acontecido.
El auto auspició de freno para una moto cuyo camino final era yo, pero eso lo puedo ver ahora, hoy no tuve la capacidad de apreciar el escenario general, sino que sólo reparé en mis pálpitos y en la cabeza del chico de la moto. Unos segundos después también hice hincapié en los puños del automovilista.
Cuando ambos, moto y auto, desaparecieron de la escena, continué mi caminata hacia casa.
La verdad es que no se en que pensé, creo que en tantas cosas que se me saturó el disco y tuve que resetearme, por que no recuerdo nada. Toda esa introducción sólo la escribí para que se aprecié que mi vida de hecho no comienza cuando pasa la desgracia.
Ahora que pasaron varias horas y ya me voy a ir a dormir sana y salva dentro de mi rincón en el mundo, sólo una cosa puedo pensar. Que motociclista más estúpido. Si, estúpido, inconsciente, irresponsable y descuidado. Por gente como esta, es que apago los noticieros a diario. Por gente como esta las vidas cambian de rumbo, cambian para mal y cambian injustamente. cuando por lo menos tienen la posibilidad de continuar y cambiar, por que a veces también se apagan, y no son pocas esas veces. Por personas que no ven más allá de la nariz y piensan que la calle es una pista. Y que encima de todo y como si fuera poco continúan conduciendo, siguen actuando irresponsablemente y siguen siendo unos estúpidos.