Todo ocurrió en la red social Twitter, cuando Sirvén luego de mal interpretar una infamación twitteó sobre la muerte del escritor de aforismos Narosky. Inmediatamente después, algunos se afligieron y otros lo desmintieron. La rapidez con que funcionan estas redes hizo que su intento por eliminar la errónea información y todas sus repercusiones fuese en vano. Afirmativamente había muerto un escritor con ese apellido, que dicho sea de paso era hermano de quién llenó de luto a Sirvén, quién no tuvo más que aceptar la avalancha de comentarios que produjo su gravísimo error de apurado, de igual manera las disculpas también fueron twitteadas.
A pesar de lo llamativo y hasta gracioso o no del hecho, aquí hay una ventana abierta que llama a la reflexión a quienes todavía no creen en la fuerza de las redes sociales. Pero también para los periodistas que despojándose de todo profesionalismo comentan cualquier cosa, en este caso: "aquí se ha muerto alguien". Aunque sigue sonando gracioso.